(basado en la fotografía que sacó Richard Greenhill, 1976)

 

Diez minutos después de que naciste,

los libros se inclinaron hacia ese lado;

tu hermano mayor siguió jugando a los Legos,

ensamblando las piezas, como si tuviera un orden la vida,

y ella me cosió los puntos, esa partera divina,

y se ocupó de la placenta: y cortó el cordón con una filosa cuchilla.

 

La casa era el desorden dulce de siempre:

ropa por acá, libros de niños por allá, la verdadera vida,

sábanas abolladas y el sol sobre mi cara. Sentí

una especie de gracia, el final de una lucha, una suerte de caricia.

La habitación te acogió. Diez minutos después, estabas en mi vida.

Saliste, mi chiquita; de la casita de mi vientre, Nell.

Mi Nell, nuestra nena curiosa. ¡Y saliste sana! ¡Y bien!